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China y EE. UU. alivian tensiones comerciales con tregua temporal
Un reciente acuerdo comercial entre China y Estados Unidos, negociado en Ginebra con mediación suiza, ha dado lugar a una tregua temporal en su guerra comercial. El pacto establece la suspensión de ciertos aranceles durante 90 días, con el objetivo de reconstruir la confianza y explorar nuevas vías de cooperación económica. Ambas partes emitieron un comunicado conjunto en el que se anunció la creación de un mecanismo de diálogo continuo, encabezado por el Secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Besant, y el Viceprimer Ministro chino Hu Lifeng.
Según lo pactado, Washington reducirá sus aranceles a productos chinos al 30%, mientras que Pekín disminuirá los impuestos a importaciones estadounidenses del 125% al 10%, ambos por un periodo de 90 días. Estos aranceles habían causado una fuerte caída en el comercio bilateral, y puertos estadounidenses reportaron disminuciones drásticas en el arribo de cargamentos provenientes de China. No obstante, esta tregua no representa una solución definitiva al conflicto. Las políticas arancelarias impuestas por el expresidente Trump siguen vigentes, y muchas empresas estadounidenses, especialmente del sector tecnológico en Idaho, esperan resultados más sólidos. La empresa Wide Ray, por ejemplo, detuvo sus operaciones en China debido a esta guerra comercial.
El acuerdo contempla una reducción mutua de aranceles del 115% y un mecanismo para continuar las negociaciones y supervisar el cumplimiento. Washington busca reducir el déficit comercial con China, fomentar la importación de productos estadounidenses y presionar a Pekín para combatir el tráfico ilegal de fentanilo, un problema que China niega. El déficit comercial de EE.UU. con China se sitúa en 295 mil millones de dólares.
Los medios oficiales chinos celebraron el acuerdo y lo calificaron de equilibrado y beneficioso para ambas partes. El Ministerio de Comercio de China y altos diplomáticos lo consideraron un paso importante hacia la cooperación. Sin embargo, algunos economistas chinos se muestran escépticos, alertando que los problemas no resueltos podrían resurgir si no se alcanza un acuerdo integral.
El presidente Xi Jinping, en su primer discurso tras el pacto, advirtió contra el “bullying y la hegemonía estadounidense”, y sostuvo que las guerras comerciales no tienen ganadores. Destacó que el mundo necesita unidad y cooperación, no competencia ni confrontación.
China posee varias ventajas en esta disputa. Su enorme mercado interno y la solidez de su economía le permiten resistir mejor las presiones externas. El Partido Comunista Chino ha impulsado el nacionalismo para fortalecer el respaldo popular, y Xi ha asegurado al pueblo que “el cielo no se caerá”.
China compite con Estados Unidos por la supremacía tecnológica, invirtiendo fuertemente en inteligencia artificial, energías renovables y semiconductores. Empresas como BYD han superado a Tesla en ventas, y el chatbot chino DeepSeek se presenta como rival de ChatGPT. Marcas locales como Huawei han desplazado a Apple en el mercado interno.
Pekín anunció recientemente un plan de más de un billón de dólares para impulsar la innovación en inteligencia artificial durante la próxima década. Aunque Estados Unidos intenta trasladar sus cadenas de suministro fuera de China, aún no logra encontrar infraestructura y mano de obra equivalentes. El ecosistema manufacturero chino sigue siendo líder mundial, gracias a décadas de desarrollo y respaldo estatal.
China ha diversificado sus alianzas comerciales, fortaleciendo lazos con Asia, África y América Latina. Por ejemplo, las exportaciones estadounidenses de soya a China cayeron del 40% al 20%, siendo reemplazadas principalmente por las importaciones desde Brasil. Además, Pekín ha promovido la producción nacional para asegurar su abastecimiento alimentario.
Frente a rumores de que EE.UU. busca aislar a China mediante acuerdos bilaterales, Pekín advirtió que cualquier pacto que afecte sus intereses podría desencadenar una guerra comercial global. Hoy, China es el mayor socio comercial de 60 países, frente a una cifra mucho menor para Estados Unidos. En 2024, China alcanzó un superávit comercial récord de un billón de dólares y posee más de 700 mil millones en bonos del Tesoro de EE.UU., lo que le otorga influencia estratégica.
Una de las principales debilidades estadounidenses es su dependencia de los minerales raros, esenciales para tecnologías avanzadas. China domina tanto la extracción como el refinado, y recientemente restringió la exportación de siete minerales clave, algunos esenciales para la fabricación de chips de IA. Según la Agencia Internacional de Energía, China representa el 60% de la producción global y el 90% del refinado de estos recursos.
En definitiva, la guerra comercial entre China y EE.UU., intensificada durante el mandato de Trump, ha transformado la economía global. Aunque existen acuerdos temporales, los conflictos en tecnología e inversión persisten. Esta rivalidad continuará influyendo en el comercio internacional, los mercados financieros y las relaciones diplomáticas en los próximos años.
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